El jueves 4 de febrero de 1993 recibí una llamada telefónica a la editorial donde trabajaba entonces, en la que me comunicaban que Mauricio Hoyo Castanedo, uno de mis mejores amigos, había fallecido el día anterior. Teníamos veinticuatro años.
Porque no veo el Super Bowl
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Psicoterapeuta, escritor, budista, filósofo, especialista en audiencias y medios. Ver todas las entradas de adolforismos
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