Fast news o La muerte de una celebridad

La noticia: un hecho y una conclusión apresurada

El 11 de agosto de 2014, el reconocido actor americano, Robin Williams, fue encontrado muerto en su casa de Paradise Cay en California, Estados Unidos. Murió por asfixia, aparentemente a causa de haberse colgado el mismo.

Todo apuntaba al suicidio. Los antecedentes de depresión en Williams eran lo más fácil de asociar al hecho. No solo existen las fake news sino las fast news y las conclusiones no se hicieron esperar.

Sus muy cercanos sabían que el último año había sido muy difícil para Williams a quien se le había intensificado una fuerte depresión, desatada en parte por un diagnóstico de enfermedad de Parkinson. Padecía ansiedad, estreñimiento, insomnio, mucho estrés, temblor en su mano izquierda. Pero lo que más le afectaba, porque se interponía con su trabajo actoral, era la pérdida de memoria, paranoia y alucinaciones.

Para los conocidos y fans, la muerte de Robin Williams era la culminación de una vida que había luchado contra la depresión, la drogadicción y el alcoholismo. Una culminación terminada en derrota.

Para algunos seguidores fieles, aquellos que se veían inspirados por la manera en que el actor había superado la depresión y tentación del suicidio, aquellos que escuchaban sus palabras inspiradoras y llenas de ánimo, para ellos, su muerte fue devastadora. Una pérdida de esperanza. Si él no había podido vencer la depresión, ¿qué se podía esperar del resto que la padecían?

La historia: en slow motion

Cuatro meses de investigaciones después (demasiado tiempo para las fast news) se confirmó que se había colgado él mismo, pero también que en realidad nunca padeció la enfermedad de Parkinson sino demencia de cuerpos de Lewy, una enfermedad menos frecuente que la del Parkinson pero mucho más agresiva.

La demencia de cuerpos de Lewy se debe a una acumulación anormal de proteína en el cerebro y la formación de una sustancia nociva en las neuronas. Esto provoca el deterioro cognitivo que sufrió Robin Williams. Desafortunadamente, es una enfermedad que solo puede ser diagnosticada post-mortem.

Esto implica que el suicidio no fue porque se sintiera derrotado, vencido, desanimado, o nada por lo que el conscientemente pudiera ser responsable: padecía una demencia.

Esto no se transmitió en medios de comunicación como lo fue la muerte. Esto ya no era noticia. Y la mayoría de las personas prefiere quedarse con la versión simple y fatalista.

Para Susan Schneider, viuda de Williams, la enfermedad eran unos “terroristas dentro del cerebro de mi esposo”, y su muerte no fue por suicidio sino “la presencia de los cuerpos de Lewy fue lo que lo mató”.

El efecto Werther

El determinar si fue suicidio o no parecería un tema para revista del corazón, pero en realidad, el juicio apresurado manejado en los medios sobre su muerte, tuvo consecuencias fatales.

El suicidio de una celebridad y su subsecuente transmisión en medios, trae consigo un incremento en el número de suicidios promedio esperados en los meses siguientes al deceso en la sociedad o país donde la celebridad era conocida.

Por supuesto, esto depende de muchos factores, tales como la cobertura hecha por los medios, el grado de identificación de la celebridad con la audiencia, la narrativa del hecho mismo, etc. El grado puede variar, pero de que hay una influencia, la hay.

En el caso de la muerte del actor Robin Williams en el 2014, el incremento en el número de suicidios fue del casi 10% en Estados Unidos.

Esto no es nuevo. La publicación y éxito de la novela Las penas del joven Werther de Goethe en 1774 trajo consigo no solo que la vestimenta del personaje se pusiera de moda en europa, sino también el quitarse la vida.

Claro, lo mismo pasa con otros acontecimientos, como las bodas entre celebridades o famosos, sus selfies, su ropa que se vuelve moda, sus actos rebeldes… no todo es muerte.

La Organización Mundial de la Salud lo sabe y tiene protocolos para estos casos de suicidio por parte de gente famosa que deben seguir los medios masivos de comunicación (radio, televisión…) Sin embargo, estos protocolos difícilmente son seguidos por estos medios de comunicación que no pierden la oportunidad de aprovechar contenidos tan atractivos: las fast news.

Fast news, fake news, chismes y sus remedios

Las fast news son simples y rápidas. No siempre buscan o pretenden ser fake news, pero por su naturaleza, llegan a conclusiones muy prontas, a veces fake o falsas. La verdadera historia de Robin Williams tardó meses en poder llegar a una conclusión satisfactoria. Y además, requiere entender un poco el padecimiento mental referido.

Siempre he creído que mucho de lo que sucede ahora en un mundo digitalizado es solo una réplica de lo que pasaba o pasa en el mundo analógico. La digitalización acelera los procesos y cambia el resultado de los mismos, pero en esencia es lo mismo.

En el mundo analógico están los chismes, tan estudiados por sociólogos y psicólogos sociales. La razón por la que uno cuenta un chisme y otro lo escucha, para luego repetir el ciclo, es tema de otro texto.

Lo que comparten tanto fast news, fake news y los chismes tradicionales, es la dependencia del receptor al mensaje por parte del emisor. Es decir, la responsabilidad está mucho más en quienes escuchamos, vemos o leemos un mensaje, y en nuestra decisión de repetirlo, que en quien lo emite.

Las fast news se combaten con lentitud, haciendo una pausa, suspendiendo el juicio, poniendo un alto. Esperando.

Referencias

Increase in suicides the months after the death of Robin Williams in the US

Efecto Werther – Wikipedia

Meme – Wikipedia

Murmuración – Wikipedia

Gossip – Wikipedia

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