El cambio ha sido tan radical que todavía lo estoy viviendo aún cuando sigo sin entenderlo del todo.
Tal vez nunca llegue a entenderlo realmente. Esa es la diferencia entre una experiencia o vivencia personal (por muy intensa que pueda ser) y una experiencia espiritual o mística: la primera es narrable y aprehensible, la segunda es callada y esquiva.