El acechador de sueños

¿Alguna vez te has percatado en medio de un sueño que estás soñando? ¿Te parece que el poder controlar lo que pasa dentro de un sueño es sólo posible en películas de ciencia ficción como Inception?

Los sueños siempre han causado fascinación a los seres humanos en todas las culturas y todos los tiempos. Tanto a nivel personal como a nivel social. Los sueños nos presentan una realidad que parece tan real como la realidad misma, al menos para nuestros sentidos, y por lo que se ha ido revelando en múltiples estudios al respecto, tan real también para nuestro cerebro. Algo o alguien con una gran capacidad para elaborar un mundo completo lleno de escenas y personajes nos presenta esta realidad aparte. Para algunas culturas o personas, este algo o alguien tiene que provenir de algo ajeno a nosotros. Para la ciencia, el cerebro es capaz de hacerlo sin ningún problema, por lo que si es algo, está en el cerebro, y si es alguien, somos nosotros mismos. De hecho, la neurociencia actual considera que toda realidad, tanto la que vivimos dormidos como la que vivimos despiertos, está elaborada o construida por nuestro propio cerebro. De cualquier modo, esta capacidad es sorprendente.


Una diferencia aparente entre la realidad dormida y soñada es el que en la primera estamos conscientes de estar despiertos, al menos en lo general o por momentos, y por lo tanto es posible tener cierta voluntad de hacer lo que queremos y no lo que la inercia del sueño nos va llevando a hacer. Sin embargo, ¿qué pasa cuando alguien dice darse cuenta de estar soñando? Es decir, ¿qué pasa cuando alguien dice haber tenido un sueño lúcido?

En las culturas mágicas o primitivas, quien tiene esta capacidad es muy probable que este destinado o haya sido elegido para ser un mago, brujo o chamán. Pareciera que para la ciencia esto de los sueños lúcidos no es posible, y en última instancia es solo parte del sueño. Esto es, soñamos que creemos estar concientes de estar soñando, pero eso mismo forma parte del sueño. Y aún si realmente alguien fuera capaz de estar conciente durante un sueño, ¿cómo comprobarlo, cómo medir esa capacidad?

Pues como dije, esto es lo que pareciera que la ciencia piensa, es lo que el sentido común nos dice. Porque si la ciencia ya hubiera descubierto algo al respecto, todos lo sabríamos, ¿no?. Pero el conocimiento científico, si bien parece muy estructurado en lo académico, en sus publicaciones, “journals“ y libros, es mucho más disperso de lo que pudiera parecer. Sí, los sueños lúcidos no sólo han sido estudiados a detalle sino que su existencia ha sido demostrada en estrictas pruebas de laboratorio, con todos los resultados revisados “peer to peer” y publicados en diferentes “journals“ científicos. Y no, no es un tema de vanguardia. La demostración se realizó a finales de los setenta y su publicación salió a la luz a principios de los ochenta, del siglo pasado.

Stephen LaBerge nació en 1947 y su primer campo de estudios fueron las matemáticas, por las cuales obtuvo su título universitario y le ayudó a formar un intelecto lógico, estructurado y muy racional. Científico, en una palabra. Sin embargo, desde muy joven traía consigo uno de esos apasionados misterios difíciles de hacer a un lado, aunque no muy bien vistos por sus colegas.

LaBerge había vivido de adolescente la experiencia de poder estar conciente durante el sueño, o como lo definiría más tarde, de saber que estaba soñando mientras soñaba. Como científico, no pudo resistirse a estudiar el fenómeno. El doctorado lo hizo en Psicofisiología por la Universidad de Stanford, y el tema de su tesis, con la que se graduó en 1980, fueron, por supuesto, los sueños lúcidos.

Los resultados de las investigaciones realizadas hasta la fecha por Stephen LaBerge son mucho más que sorprendentes y extraordinarios, tan es así que seguramente han sido leídas a profundidad por el escritor y director de cine Christopher Nolan, famoso por la más reciente saga de Batman, pero creador de la película de ciencia ficción de cuyo tema tratamos hoy: Inception.

Sin embargo, hoy comentaremos específicamente la prueba de laboratorio que demostró científicamente la existencia de los sueños lúcidos. Sí, lo que parecía imposible de lograr, saber lo que está pasando dentro de la mente de alguien mientras sueña, se logró desde la década de los ochenta. Para ello, LaBerge reclutó para sus primeros estudios, a muy diferentes sujetos que decían tener sueños lúcidos. Como era de esperarse, los puso a dormir mientras estaban conectados a diferentes aparatos, en especial la herramienta disponible en esos años, que es el electroencefalograma.

Todos soñamos aunque no recordemos lo que soñamos. El sueño se da durante unos minutos mientras dormimos, ya estando en un estado profundo de relajación. Durante el sueño, cuando la mayoría experimentamos una gran cantidad de estímulos visuales creados por nuestro cerebro, los ojos responden a esos estímulos, creyendo que son reales, por lo que se mueven de modo aparentemente aleatorio, girando para todos lados, como si estuviéramos despiertos viendo un espectáculo teatral y no qusiéramos perdernos ningún detalle. A este movimiento de los ojos durante los minutos de sueño se les conoce como MOR, abreviatura de movimiento ocular rápido.

Saber que una persona soñaba o no era algo demostrado para la fecha en que LaBerge hizo sus primeros experimentos. Si despiertas a alguien antes de que se le muevan los ojos, no pueden reportar sueño alguno. Si los despiertas después, pueden describir lo que acaban de soñar.

Las pruebas de LaBerge revelaron algo más sorprendente aún. Uno de los sujetos de investigación tuvo por algunos momentos durante el MOR movimientos únicamente de lado a lado, es decir, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Al despertar, LaBerge le preguntó que qué había soñado. La respuesta puede dar risa, pero le dio al científico la pista que estaba buscando: el soñador había estado viendo un juego de tenis y sus ojos habían estado siguiendo el movimiento de la pelota. Izquierda a derecha, derecha a izquierda.

A partir de ese momento, surgió el diseño de un nuevo experimento. Se le pidió a los soñadores lúcidos que controlaran el movimiento de sus ojos durante el sueño, y en lugar de estar volteando para todos lados, como niños en dulcería, sólo movieran los ojos de lado a lado. La mayoría de los sujetos lo logró. No solo eso, con el tiempo, lograron a voluntad contar el número de veces que movían los ojos. Y esto era verificable por los científicos que observaban a la persona dormida. Se había logrado una prueba de la existencia de los sueños lúcidos y del control que puede tener alguien dentro de su propio sueño. Esta comunicación mínima del movimiento de los ojos con alguien mientras sueña, fue un verdadero pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad.

Sin embargo, el tema es bastante incómodo para la mayoría de los científicos. Las investigaciones continuaron, al grado de desarrollar métodos para que una persona pueda aprender a tener sueños lúcidos. Sin embargo, los resultados no hacen eco en la comunidad científica, mucho menos en la terapéutica. En la literatura budista el fenómeno no solo se describe sino que se enseña y se usa en el camino a la iluminación. A veces, la ciencia ha negado tanto a la magia, que cuando se demuestra alguno de sus fenómenos, prefiere guardar silencio.

Hoy, estas investigaciones pueden tener un segundo aire con los equipos de resonancia magnética y el proyecto de Mapa de Actividad Neuronal que gobierno del Presidente Obama en Estados Unidos está impulsando, y equivale en importancia al del Genoma Humano.

Lo cierto es que ya lo sabes, si alguna vez, en medio de un sueño, te has dado cuenta que estás soñando, o alguien alguna vez te ha confiado una experiencia así, no quiere decir que han visto demasiadas veces la película Inception. Saber que soñamos cuando soñamos es más normal de lo que parece. Ahora además, puedes empezar a soñar con tus sueños.

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