El extraterrestre


A veces los problemas parecen insolucionables y están en el límite de lo tolerable. Los problemas vienen en muy diferentes presentaciones y tamaños, algunos son muy inmediatos para ser resueltos, otros requieren tiempo. Los hay en diferentes ámbitos, familiar, laboral, personal, escolar, social… Los hay tan abstractos como definir matemáticamente el infinito o tan concretos como quitarse un dolor de cabeza.

Uno de los problemas más graves por los que puede pasar cualquier persona es el hambre, el hambre inmediata, la que exige ser resuelta en el instante a riesgo de perder la vida.

Imagina un ser sin capacidad para moverse, ya no digas caminar sino sin poder desplazarse ni un metro. Imagina que tiene algún problema con el idioma por lo que no entiende lo que le dicen y tampoco puede hablar para darse a entender. Digamos que ni siquiera entiende bien a bien dónde encontrar comida o cómo preparársela. Sus manos difícilmente pueden sostener algo y su vista está cercana a la ceguera.

Y tiene hambre. Al grado de que su cuerpo le exige comida inmediatamente. Es su primera y única prioridad. De eso depende su vida. Si pasa más el tiempo, morirá.

Por muy grandes que sean nuestros problemas, pocas veces si no es que casi nunca, tenemos que resolver algo tan grande. No hay deuda, rompimiento amoroso, tarea escolar, conflicto con el jefe, ni la mayoría de las enfermedades, que se comparen con tener que salvarse la vida del hambre.

Sin embargo, este individuo, que parece proveniente de alguna estrella lejana y arrogado al planeta Tierra, extranjero, casi extraterrestre, y sin mucho conocimiento de cómo funcionan las cosas por acá, trae consigo una inteligencia, un saber muy poderoso, capaz de resolver un problema tan grave. Viene como incrustado en su cuerpo, como parte de su hardware. Pero además, cuenta con programas o apps, si bien aparentemente muy sencillas, capaces de atender cosas verdaderamente importantes.

Y lo resuelve. Es un sobreviviente. Ante el problema del hambre que le presenta resistencia, llora, y un ser del que conoce muy poco pero le da una gran sensación de seguridad y protección, le da de comer. Este ser aprende muy rápido, gracias a ese saber con el que cuenta, que cierta forma de llanto le avisa a este ser protector que requiere comida y se la da.

Parte de sus capacidades consisten en poder generar en quien lo observa y escucha una suerte de trance, de fuerte hipnosis. La forma de su cuerpo, su rostro especialmente, sus mínimas expresiones generan oxitocina en quien le ve, provocando ternura, un extraño sentido de maternidad o paternidad y ganas de protegerlo, cuidarlo. Aún el más violento y agresivo de los seres humanos sucumbe y cuando se da cuenta hace todo lo posible por ayudarle.

Un bebé. Eso es este ser poderoso. Sí, un bebé, tan indefenso como parece, tan arrojado al mundo como si fuera un extraterrestre, ha logrado resolver una vez más un problema mucho más grande que la mayoría de los problemas que tenemos a diario.

Tú también fuiste un bebé. Un extraterrestre. Hoy eres un sobreviviente. Pero hace ya algunos años, recién llegado al planeta tierra, resolviste un problema de hambre aún sin poder hablar, entender, caminar o tomar algo con tus manos.

Ahora ya lo sabes y es el momento de confiar más en las capacidades de ese bebé que todavía llevas dentro. Seguro que algo se le ocurrirá. Con todo lo que ha aprendido desde entonces.

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