El poder de los placebos y las palabras que los acompañan

Desde hace tres años la noticia ha corrido como pólvora y lejos de apagar su fuego está empezando a tomar la proporción de fuegos artificiales en día de la independencia: los placebos están teniendo el mismo efecto que los medicamentos.

Los placebos, para quien no lo recuerde, son medicamentos falsos, medicamentos sin sustancias activas, de “mentiritas” decíamos de niños. Tienen diferentes usos, pero el más importante y el que inició el escándalo, es el que se les da para contrastarlos en pruebas de laboratorio con los medicamentos normales. Esto es, cuando se quiere probar un medicamento nuevo antes de sacarlo al mercado, éste se le da a probar a voluntarios. Los voluntarios se dividen en dos grupos, un grupo de prueba que recibirán el medicamento, y un grupo testigo, que recibirá el placebo. De lo que se trata es de comprobar que la efectividad de las sustancias activas se debe al medicamento mismo y no a la influencia de otros factores.


Es, en otras palabras, como la prueba del añejo. O como darle a probar a alguien con los ojos vendados, dos refrescos de cola diferentes, a ver si es realmente capaz de percibir la diferencia. Lo que me recuerda por cierto la vez que le di a un invitado cerveza sin alcohol sin avisarle y ya se le estaba subiendo.

Pero regresando a los placebos, éstos tienen un efecto en quien los toma, y esto es conocido desde siempre, de ahí la expresión tan conocida de efecto placebo. El simple hecho de tomarse algo para el dolor, por mencionar un ejemplo, nos genera una calma y confianza que disminuye una parte del dolor.

Claro, se supone que un medicamento real quita más dolor que un placebo y para eso se somete a pruebas de laboratorio. Y digo que se supone porque la noticia que ha corrido como pólvora desde hace tres años es, como les decía en un inicio, que los placebos están teniendo el mismo efecto que los medicamentos. Placebos Are Getting More Effective: Drugmakers Are Desperate to Know Why, o lo que es lo mismo, Los Placebos se están volviendo más Efectivos: Los fabricantes de fármacos están desesperados en saber por qué, es un artículo de la famosa revista Wired escrito por el no menos famoso periodista Steve Silberman y que puso el tema en los medios. El artículo se publicó en el dos mil nueve, mismo año que salió en librerías de Estados Unidos el libro The Emperor’s New Drugs: Exploding the Antidepressant Myth, que en español será algo así como Las Nuevas Drogas del Emperador: Explotando el Mito Antidepresivo, del científico e investigador de la Universidad de Harvard, Irving Krisch.

Y no solo está pasando con medicamentos nuevos sino con medicamentos ya probados y que están actualmente en el mercado. Estamos hablando de medicamentos de todo tipo, tanto antidepresivos, como analgésicos, ansiolíticos o para disfunción sexual.

El efecto placebo funciona, entre otras cosas, por la generación de una espectativa y por el poder de sugestión de la mente ante una autoridad médica, dicho en términos un poco simples. Insisto, los efectos siempre han sido conocidos pero habían sido menores. El cerebro tiene sus propios mecanismos de cura, es capaz de generar analgésicos y antinflamatorios naturales, por ejemplo. A veces, estos mecanismos no se activan por sí mismos y el efecto placebo lo que logra es que empiecen a funcionar.

Pues bien, esto es parte de lo que ha estado en investigación en los últimos tres años. Los científicos han descubierto, por ejemplo, que los placebos en forma de pastillas amarillas, solo por ser amarillas, son mejores como antidepresivos; las rojas como estimulantes; las verdes reducen mejor la ansiedad. O tomar un placebo cuatro veces al día es más efectivo que una vez al día.

Ya se estarán dando cuenta de la dimensión del descubrimiento. ¿Para qué recetar un medicamento si se pueden dar placebos? Y la respuesta es que no es tan fácil. La discusión entra en el ámbito de la relación ética entre médico y paciente, ya que no se le puede recetar a un paciente un placebo haciéndole creer que es un fármaco real. Y se supone que para que el efecto placebo funcione, la persona que ingiere el placebo no debe saber que es un placebo, ¿cierto?
Pues a los científicos no les gustan los supuestos y mejor investigaron. Y aquí es donde les recomiendo abrocharse los cinturones porque esto representa un giro de ciento ochenta grados en nuestra visión sobre la enfermedad y la cura. El efecto placebo funciona aún cuando los pacientes saben que están tomando placebos. Repito: el efecto placebo funciona aún cuando quien lo ingiere sabe que está tomando medicinas de “mentiritas”.

Claro, y esto es muy importante subrayarlo para todos los que nos escuchan, todo esto está a nivel de investigación y no como algo que se aplique la próxima vez que vayan a consulta. Sin embargo, hay beneficios que si pueden ser inmediatos.

The New York Times acaba de publicar Beware the Nocebo Effect o Cuidado con el Efecto Nocebo. Les explico. Todos tenemos nuestros médicos de confianza. Ese doctor del cual decimos que “es muy atinado” o que “tiene buena mano”. ¿Alguna vez se han preguntado porque si dos médicos recetan lo mismo, los pacientes se curan más rápido con uno que con otro? Pues antes se creía que podía ser la simple capacidad comunicativa o emocional de los doctores, es decir, que uno explica mejor que otro o apapacha más a sus pacientes que los demás. Pues fíjense que ahí es donde entra el efecto nocebo. Si el efecto placebo se refiere a los efectos positivos de una pastilla sin fármaco, el efecto nocebo es un efecto negativo, que en lugar de curar, enferma. Si el médico usa expresiones con su paciente tales como “mire, vamos a ver si le funcionan estas cápsulas porque a algunos les da migraña y náuseas, esperemos que no sea su caso, pero si es así me habla por teléfono”, esas expresiones pueden estar influyendo al paciente a sentir todos esos efectos secundarios. Por eso un médico que da confianza puede ser la diferencia al decir: “mire, con esto seguro se compone, a ver si se acuerda de llamarme el lunes cuando ya esté bien, para ver como va su mejora”.

Y bueno, en medio de todas estos impresionantes avances científicos, solo hay algo seguro: el cerebro humano todavía está lleno de misterios para maravillarnos cada día.

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