Platón sostiene en boca de Sócrates que la escritura provocará el olvido en las almas de quienes aprenden. Ese tema será para Platón, escritor y filósofo, una de las interrogantes que más lo atormentará durante sus últimos años. De hecho, podemos decir que no llegó a una conclusión tajante al respecto. Y si lo hizo, no dejó testimonio por escrito.
La gran disyuntiva entre el almacenamiento de información extrasomática (escritura, CD-ROMs, cómics) y la somática (memoria natural) abre un panorama de análisis y reflexión que abarca desde la tradición oral hasta la evolución y sobrevivencia de las civilizaciones, pasando por la poesía, las memex, los dichos populares, y los grandes sistemas educativos. La disyuntiva no es fácil de resolver, y espero que después la podamos abordar.
Antes del uso de la escritura en la vida cotidiana y, por supuesto, mucho antes del nacimiento de la imprenta, los hombres y mujeres usaban su memoria. Se apoyaban en muy diversas artes y técnicas para memorizar discursos de gran extensión. El verso, la musicalización y la repetición, son ejemplo de algunas de estos sistemas. Sin embargo una de las más bellas y efectivas es la de los mapas cognoscitivos (nombre moderno) también conocidos como teatro de las ideas o palacio de la memoria.
La técnica se puede reducir a algo como esto:
Los estudiantes que se iniciaban en esta técnica usaban como espacios de asociación lugares conocidos, normalmente sus propias residencias. Los maestros de este arte eran capaces de diseñar cual arquitectos grandes palacios donde almacenaban el conjunto de datos, información y conocimientos que acumulaban en su vida.
Me imagino a los maestros de este arte de la memoria llegando a casa después de una larga jornada de trabajo, y a falta de computadora e Internet, entran y recorren estos espacios de información virtuales que su mente ha creado. Navegan una telaraña de información dentro de su propio cerebro por rutas diferentes cada día: la web exisitía antes de Internet.