Ulises y el arte de resistir tentaciones

El entusiasmo no es suficiente

Como ya se ha dicho, los Juegos Olímpicos en Londres terminan mañana con la ceremonia de clausura. Una de las secuelas que traen consigo este tipo de eventos, es el entusiasmo de la audiencia por practicar los diferentes deportes que estuvieron admirando. El fin de semana pasado, por ejemplo, mi esposa y yo veíamos a un par de jovencitas practicar el tiro con arco en el parque de la colonia, seguramente alentadas por el desempeño de las mexicanas Aída Román y Mariana Avitia.

Pero este entusiasmo que nos queda por practicar algún deporte casi siempre tiene el mismo destino que los propósitos de principio de año que solemos nunca cumplir del todo.

Competencia de cerebros

Es lo que pone en evidencia la complejidad de nuestro sistema mental. O mejor dicho, de nuestros sistemas mentales, porque como nos lo explica el neurocientífico David Eagleman, autor de Incognito: The Secret Lives of the Brain—todavía sin traducción al español pero que será seguramente “Incógnito: Las vidas secretas de nuestro cerebro”—nuestra mente está hecha de muchos y variados sistemas, incluso compitiendo entre sí.

Y si alguien duda, recuerden el día en que se prometieron comer solo un par de galletas y cuando se dieron cuenta ya se habián terminado media caja. A veces gana el yo racional y precavido que está cuidando la línea, pero a veces gana el yo viceral, tal vez estresado, que solo piensa en el presente, y que además le gusta mucho el azúcar.

Es de llamar la atención la gran cantidad de estrategias y trucos que hemos diseñado en lo individual y en lo social para poder resolver este tipo de conflictos. Especialmente cuando la competencia es entre el yo presente con un yo futuro.

Estrategias contra la tentación

En México tenemos las famosas tandas, por ejemplo. Este mecanismo de ahorro solidario que, como todos saben, consiste en dar a guardar con alguien de confianza una cantidad de dinero por algunas semanas o meses, junto con otros participantes en ronda. No hay beneficio financiero, y cualquier analista recomienda buscar otros mecanismos que dejen algún interés o generen alguna utilidad.

Pero el objetivo de las tandas es poner a resguardo un dinero a sabiendas de que nos lo podemos gastar en un futuro. Para evitar tentaciones, se lo entregamos a alguien y que nos lo devuelva hasta después. Porque hay quien, si lo pone en una cuenta de ahorros, corre el riesgo de ir al cajero en cuanto se le antoje algo y gastárselo.

El secreto de muchas de estas estrategias parece estar en no negar la tentación, sino por el contrario, aceptar que la tentación va a ser muy grande y por lo tanto, habilitarnos mientras podemos en resistirla.

El maestro de las tentaciones

El gran héroe de todos los tiempos en este arte es ni más ni menos que Ulises, el famoso protagonista de la Odisea de Homero.

Como recordarán, en el largo viaje navegando de regreso a Ítaca, su casa y reino, Ulises tuvo la oportunidad de pasar por la Isla de las Sirenas, llamada así por las bellas y seductoras sirenas cuyo canto era tan hermoso que te morías por ellas. Literalmente, porque los marinos terminaban encallando sus barcos y pereciendo ante sus encantamientos.

Ulises podía haberse creído que a él, vencedor de tantas batallas, esos cantos no le iban a hacer ni pío y pasar como si nada por la isla. En cambio, como Ulises era tan inteligente como humilde, supo aceptar que era humano y que seguro se iba a poner igual de loco que todos los que antes habían pasado por ahí.

Pero para no desperdiciar la oportunidad de escuchar esos bellos sonidos, ordenó que lo ataran firmemente al mástil de su nave, hizo que su tripulación se tapara los oídos con cera, y les hizo jurar que no importaba lo que les pidiera mientras pasaban por la isla, lo tiraran de loco.

Él sabía que por muy amarrado que estuviera, se podía alterar tanto como para ordenarles que lo desataran. Esta estrategia permitió que Ulises fuera uno de los pocos mortales en haber escuchado el canto de las sirenas y contarlo.

Infidelidades

Me recuerda una escena de la película Closer o Llevados Por el Deseo, en donde uno de los protagonistas varones justifica su infidelidad diciendo que como se enamoró de la otra mujer no tuvo elección, y Alice, interpretada por Natalie Portman le responde algo así como «Siempre hay un momento de elección, “puedo hacerlo, puedo dejarme llevar o puedo resistirme” y no sé cuándo fue ese momento, pero apuesto que lo tuviste».

El contrato de Ulises

En Estados Unidos existe el término legal llamado contrato de Ulises y tiene un uso médico. Pacientes que van a ser intervenidos y pueden no estar en capacidad de tomar decisiones posteriores a una operación o tratamiento, previenen su voluntad.

En psiquiatría por ejemplo, un paciente ezquizofrénico o con trastorno bipolar puede dejar de ser él mismo si deja de tomar su medicamento al grado de no aceptar que se lo administren. Para esto firman un contrato de Ulises con su voluntad en estado sano y racional.

Propósitos y despropósitos

Otro ejemplo más cotidiano lo tenemos en la misma práctica deportiva. Pagar por adelantado el gimnasio, las clases o el entrenador personal, son modos de asegurarnos que el día que no queramos levantarnos temprano, el remordimiento de haber pagado tanto nos ayude.

A veces con tener uno o dos amigos que nos acompañen y motiven también ayuda ya que el castigo de la vergüenza es importante para algunos.

Sin embargo, recomiendo que a los amigos elegidos para tal aventura se les ordene ponerse cera en los oídos. No vaya a ser que también escuchen el canto de las sirenas.

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