Ésta es una película de zombies

Los zombies existen, pero su historia no es contada por los sobrevivientes lúcidos. En esta película de zombies, la trama se cuenta desde el punto de vista de los zombies mismos.

Como en aquella película en que los protagonistas descubren que lo que creían fantasmas son personas vivas y los únicos fantasmas son ellos mismos (no digo cual para evitar “spoilers”), siento decírselos, pero en esta película en la que somos personajes todos los días, nosotros somos los zombies.

Somos los muertos en vida, los muertos vivientes. O mejor, los vivientes muertos, los vivos muertos.

Porque, librémonos del malentendido, la muerte no es meramente a ausencia de vida. Eso es un invento más de nuestra formación dualista. (Y duelista, porque además de crear opuestos, los ponemos a pelearse entre ellos). La muerte solo existe porque previamente hay vida, le sucede.

Y la vida no es un estado opuesto a la muerte. La vida no necesita de la muerte para vivir. Un vivo muere, un muerto no vive.

Para ser, la muerte necesita acabar con la vida. Para vivir, la vida no requiere de la muerte. La vida no busca poseer a la muerte porque sería absurdo. La muerte, en cambio, quiere poseer la vida, alimentarse de ella, comérsela. Para ser más, la vida vive. Para ser más muerte la muerte acaba con la vida. Poco a poco, paso a paso.

La vida no extiende su dominio invadiendo a la muerte. La muerte busca habitar el territorio de la vida. Cuando la muerte habita a un vivo, ese vivo se vuelve un vivo muerto, o un viviente muerto.

La muerte mata, quita, despoja. La vida vive, la vida da, otorga, cede, ofrenda.

Somos muertos en vida cuando hemos dejado de dar, de ofrendar. La muerte nos habita como parásito cuando nos hace menos vivos, nos chupa, se alimenta de nuestros dones, virtudes, acciones, evita nuestra expansión, el vivir más.

En esta película de zombies, el gran giro de la trama no será cuando nos demos cuenta que nosotros mismos somos los zombies, sino al percatarnos que no hay nadie intentando exterminarnos o salvarnos.

Nosotros los zombies no somos contagiosos, por otra parte. El parásito o virus que nos hace zombies vive en nosotros, nace con nosotros. Somos nosotros mismos quienes tenemos el poder de acabar con el parásito, y despertar del sueño, de esa muerte que nos carcome, nos acaba poco a poco, nos come día a día.

La mejor precuela de esta película de zombies es The Matrix. En ella es claro que ya somos zombies. Es cuestión de despertarnos del engaño, de la ilusión, del delirio. Vivir.

O Trainspotting, la crónica de la vida zombie narrada por un zombie. El zombie en la peor de las situaciones, en el peor de los sufrimientos. El zombie que sabe que es zombie y no puede dejar de serlo. (A cualquiera se le antoja drogarse si es capaz de percatarse de eso.)

O Lázaro, el del Evangelio, el zombie encerrado, envidioso, que cree que no tiene más que dar, y al que Jesús lo llama a salir, a dar, convivir, vivir.

Let’s wake up, zombie friends!

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