Las otras pantallas

Antes, para saber cuánta gente veía una película bastaba con contar los boletos de las entradas. Si queríamos saber quién veía la película, con un pequeño sondeo a la hora de recoger los boletos podíamos averiguar edad, sexo y tal vez hasta nivel socio económico.

Con la televisión se complicó un poco el asunto. Instalamos un audímetro o medidor de audiencia en casas seleccionadas mediante métodos muestrales y estadísticos. Con ello es posible monitorear a los hogares para calcular cuántos ven TV, el canal y hasta las personas que lo ven.

Internet siempre ha sido polémico en cuanto a la medición desde el punto de vista de la audiencia. Se han intentado medidores similares a los de televisión en las computadoras de las casas u hogares seleccionados. Sin embargo, siempre está en duda que las personas se comporten de modo normal al saberse monitoreadas. Especialmente en un medio como Internet que no solo revela las preferencias en cuanto a programas sino a través del cual se envían correos electrónicos o emails personales.

Un sustituto a esta medición es la que cada sitio web puede tener. Hay varios sistemas pero la mayoría puede dar buenos datos sobre cantidad de páginas vistas, visitantes, etc. La duda siempre está en poder identificar socio demográficos en esta medición.

Otra fuente de información para conocer el flujo de audiencia en la red lo tienen los buscadores. Pueden mapear los sitios a los que la gente entra a través de ellos y en el caso de los que usan sistemas de indexación, pueden incluso tener una buena idea de las visitas de un sitio web a otro.

Pero es en términos de contenidos que la medición de audiencia se está complicando. Cualquiera que hoy carga un iPhone, iPod o cualquier teléfono con conexión a Internet como los Blackberries tiene la posibilidad de ver películas o series de televisión. Es la llamada tercera pantalla, después de la tv y la computadora.

Un mismo programa lo podemos ver en televisión abierta o broadcast, a través de cable o satélite, bajarla a la computadora o al iPod. Quien ofrece el contenido tendrá una clara idea de cuántas veces se ha descargado la película o serie, pero no cuántas personas la van a ver, cómo son , o cómo la van a ver. Se puede bajar a computadora un programa para niños pero reproducirse a través el televisor de la sala como un programa normal.

Eso sin contar contenidos más fragmentados como los que ofrecen sitios como Youtube.

Por supuesto que hay de países a países y esto todavía no permea o pega igual en todos, pero la tendencia nos hace prever un futuro muy interesante en cuanto a la exposición a contenidos, medios, canales de distribución, y a su correspondiente medición.

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